La contienda entre el gobernador Juan Manzur y el vicegobernador Osvaldo Jaldo ha alcanzado niveles imprevistos a más de dos años para los comicios domésticos. La mayoría de los dirigentes oficialistas quedaron en una situación incómoda y ante las cámaras se ven obligados a levantar la bandera de uno o de otro priorizando resguardar sus estructuras políticas y salir lo menos perjudicados de la balacera. Sin embargo, cuando los micrófonos se apagan, muchos son los que confiesan que les parece una situación lamentable y no deseada; que es una pelea prematura, desmedida y totalmente ajena a la realidad que viven los tucumanos. Y, al igual que con la pandemia de coronavirus, ninguno sabe cuánto pueda durar. Pero el interrogante que más asusta es no saber hasta dónde están dispuestos a llegar el “Uno” y el “Dos”.
El volcán peronista entró en erupción hace dos semanas. El humo blanco que logró el jaldismo en el recinto para que Eduardo Cobos llegue a la Defensoría del Pueblo se oscureció apenas finalizó la sesión y se desató una catástrofe en el oficialismo. En plena expansión del conflicto, el vicegobernador se vio obligado a salir del campo de batalla por covid-19 y permitió al manzurismo una avanzada casi sin obstrucciones en todos los niveles. Pero esta semana Jaldo retomará las actividades y las expectativas están puestas en su reacción ante las embestidas. “Será una semana clave sobre lo que va a pasar: o unidad o quiebre total”, advirtió un legislador cercano al tranqueño.
Recortes y movimientos
Los trascendidos ayer apuntaban que Jaldo volverá sin tono conciliador, dispuesto a recordar quién manda en el palacio vidriado de Muñecas 950. En los pasillos se rumoreaba que tiene lista la tijera para recortar beneficios como extensiones horarias y contratos a los integrantes del bloque manzurista Lealtad Peronista. Se comentaba, incluso, que el filo de la tijera llegaría hasta algunos espacios de la oposición. “Va a hacer lo que tiene que hacer con las armas que tiene al alcance. Pero hay algo que no va a hacer: perseguir ni apretar”, chicaneó un parlamentario del interior.
Durante los últimos días tomó fuerzas también que el tranqueño llegaría dispuesto a cambiar la mesa de autoridades. El bloque jaldista ya manifestó su descontento con el vicepresidente primero Gerónimo Vargas Aignasse (Lealtad Peronista), e incluso hay quienes le pidieron públicamente que diera un paso al costado del cargo. La no participación del bloque de Fuerza Republicana en la pasada sesión tampoco habría caído con agrado en la Presidencia, por lo que se estaría analizando que la bussista Sandra Orquera deje de ser vicepresidenta segunda. Los nombres que sonaban para esos puestos eran Daniel Herrera y el radical José Ascárate. Lo que es seguro es que el monterizo Regino Amado se mantendra como presidente subrogante.
Fichas en juego
La puja de los bloques peronistas por sumar y retener miembros se torna más feroz. Durante el fin de semana, Lealtad Peronista fichó al alperovichista Julio Silman, y a los famaillenses Enrique Orellana y Sandra Mendoza. El presidente, Sergio Mansilla, afirmó que el bloque se encuentra en formación e incluso aseguró que puede haber nuevas incorporaciones.
Del Justicialismo de Todos optaron por no opinar de las salidas, pero remarcaron que podría haber sorpresas de parlamentarios que dejen el bloque Lealtad Peronista.
Ante estos cruces, aparecieron algunos signos de interrogación sobre qué determinación tomarán algunos legisladores. En la Cámara aseguran que Gonzalo Monteros y Graciela Gutiérrez, que responden a las intendencias de Banda del Río Salí y de Alderetes, respectivamente, se mantendrán alineados con Jaldo a pesar de presiones del Ejecutivo. Algo similar ocurriría con Juan Ruiz Olivares, titular de la comisión de Hacienda y Presupuesto.
Hay otros legisladores que tienen charlas pendientes con el “Uno” y el “Dos”, por lo que no se descartan nuevos movimientos entre ambos espacios. En este lote se encontraría Carlos “Cacho” Gómez.